A 5 años del primer grito feminista, las redes feministas que construimos no se pueden romper

A 5 años del primer grito feminista, las redes feministas que construimos no se pueden romper

Este año nos encuentra en una situación excepcional que afecta la salud pública, pero que también tiene incidencia en las condiciones de vida de las mujeres.

Una vez más, manifestamos que cuando las condiciones sociales son de crisis y se agudizan las necesidades económicas, las mujeres somos siempre las más afectadas, y esto es así porque, de la población económicamente activa, las mujeres somos las que mayormente trabajamos en la informalidad, a medio tiempo o subempleadas, percibiendo los salarios más bajos, y con mayores dificultades para acceder a puestos de mayor jerarquía. Además, es sabido y demostrado que somos quienes nos encargamos mayoritariamente de las tareas del cuidado, las que ahora conocemos como esenciales, pero que históricamente no han sido remuneradas.
Como trabajadoras de la UNVM, las docentes y no docentes, aisladas pero no separadas, continuamos trabajando en la búsqueda de una universidad libre de violencias de género para todas las mujeres que transitamos y habitamos la UNVM. Los avances fueron muchos: celebramos especialmente que en nuestro país en 2018 se promulgó la Ley Micaela -que hoy se está aplicando-, que dictamina la obligatoriedad para que todas las personas que integran los tres poderes del Estado se capaciten en perspectiva de género, y asigna a los sindicatos un rol activo en la adaptación de contenidos, instándolos a velar por la aplicación de esta Ley. Pero también somos conscientes de que los pendientes no son pocos: en la actual coyuntura de crisis sanitaria global, si bien comprendemos que el aislamiento social es necesario para evitar el contagio del COVID-19, también sabemos que éste implica que aquellas mujeres afectadas por la violencia por razones de género se encuentren en una situación de vulnerabilidad, y en algunos casos de manera extrema.

Es por eso que por Micaela, por todas aquellas que perdieron su voz, por todas las trabajadoras sin posibilidad de reclamar por sus derechos, por las no docentes, por las docentes y por las estudiantes, aunque este año no nos encontremos en las calles, sí nos mantenemos unidas, en un solo grito, reclamando como siempre al Estado decisiones estructurales y definitivas para que de una vez y para siempre ¡Ni una menos! de nosotras tenga que lamentar la violencia machista en alguna de sus dimensiones, porque ¡Vivas, libres y sin miedos nos queremos!

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