A las trabajadoras y los trabajadores docentes de la UNVM

A las trabajadoras y los trabajadores docentes de la UNVM

Al pensar en un mensaje a los compañeros y compañeras en un día como hoy, no podemos hacerlo sin dejarnos conmover por la realidad que estamos viviendo. Con gran esfuerzo, docentes de nuestro país trabajan para que la gravísima situación socio económica que implica luchar contra el COVID-19 con medidas de restricción a nuestra vida y actividad social, no se sume la marginalidad educativa.
En universidades como nuestra UNVM, el compromiso con la idea de país garante de derechos moviliza conciencias y tareas hacia un acompañamiento pedagógico excepcional, incorporando herramientas y tecnologías de educación que desde el confinamiento permitan adaptar y sostener los planes de educación. El diálogo consciente y comprometido en la comunidad académica, quizás el más profundo de los paradigmas pedagógicos, posibilita transitar la compleja situación.
No es simple. La economía del cuidado en los hogares debe multiplicar los
esfuerzos. Para poder realizar las tareas se debe compartir una pc, conexiones a Internet, atender demandas con horarios profundamente alterados y la sobrecarga de tareas que imponen los cambios de hábitos, generan dificultades en los descansos. Sumado a que el conjunto de nuestras relaciones sociales pasa por la pantallas, lo que vuelve la “desconexión” necesaria una tarea casi imposible.
Evaluar los resultados académicos llevará más tiempo. Como gremio tenemos la obligación de monitorear y acompañar este proceso profundo que incorpora tanto excepcionalidad como, al tensionar los mecanismos de respuesta, profundización de falencias preexistentes.
Como parte del mundo del trabajo no podemos dejar de mirar cómo, tal cual lo describe la teoría del shock, el uso del miedo ante la pandemia como detonante de una recesión inusitada que repliega al pueblo y a las organizaciones de trabajadores y trabajadoras, cuando los ganadores de la globalización se consolidan.
A nivel mundial, 2,4 mil millones de trabajadores y trabajadoras retrocedieron en sus condiciones laborales por el cese de actividad de sus centros de trabajo y al menos 195 millones han perdido su empleo (OIT). Este “año del coronavirus”terminará con 500 millones de nuevos pobres. A comienzos de este año, con la pandemia desatada ya en China, nos sorprendía el dato de que los 2.153 multimillonarios más ricos del mundo poseen una riqueza equivalente a la de 4.600 millones de personas, es decir, el 60 por ciento de la población mundial (Oxfam). Las financieras y las empresas de telecomunicaciones subieron extraordinariamente sus ganancias desde que estalló el COVID-19. En Argentina, ya se contabilizan 12.609 casos de despidos y suspensiones (5.386 y 7.223 respectivamente) y unos 300.000 puestos de trabajo en riesgo (CEPA).
Como si fuera poco, 1.2 millones de trabajadores y trabajadoras comienzan a estar alcanzados/as por acuerdos por suspensiones con descuentos salariales del 25% en distintas actividades, acelerados tras el entendimiento alcanzado por la UIA y la CGT. Esto en un marco de profunda pérdida de las condiciones laborales acumuladas en cuatro años de macrismo. El contraste, está dado claramente por los bancos, quienes en 2018, tuvieron ganancias acumuladas de 144.417 millones de pesos, para ascender en 2019 a 302.863 millones de pesos (con una inflación de casi el 55 por ciento anual, la banca más que duplicó sus ganancias). En el primer mes de 2020, la ganancia global de la banca fue 27.782 millones de pesos (la utilidad interanual se incrementó en 84,4 por ciento). No es sobre las y los trabajadores y trabajadoras (empleados/as, desocupados/a, autogestivos, emprendedores mipymes, profesionales, etc.) sobre quienes deben caer las “pérdidas” sociales de esta crisis.Que la crisis genera oportunidades no pasa de ser un deseo. La organización y un Gobierno que se parezca a su pueblo generan oportunidades para que la salida a la misma sea con mayor Justicia Social.
El Programa del Primero de Mayo, de la CGT de los Argentinos, postulaba un sindicalismo integral a aquel que no sólo estaba dedicado a los “convenios y a las colonias de vacaciones”. Ser parte indisociable de nuestra comunidad inmediata, sumarse solidariamente a sus luchas (aun cuando no nos toquen o no las entendamos), fomentar la autogestión de los trabajadores y trabajadoras, fortalecer los espacios donde el Pueblo gana terreno, organizarnos conscientemente para cuidarnos, alimentarnos o asistirnos con sanidad, formarnos y entender profundamente la realidad son las tareas. Construir y construirnos.
El distanciamiento social que implica quedarse en casa no significa “irse” de los lugares donde nuestra presencia y acción son hoy más necesarios que nunca. El aula es uno de ellos y estamos presentes. Pero no es el único. Allí y en todo lugar que sea posible alentarnos a continuar en la lucha para que el trabajo digno sea un derecho que alcance a todas y todos las y los argentinos y argentinas.


Abrazo compañeros y compañeras

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